3/01/2012

Bienvenida Suiza


El 30 de noviembre llegué a Suiza, concretamente a Baden para empezar en una nueva empresa.

Esta vez no tuve ninguna incidencia durante el viaje (la vez que vine a hacer la entrevista… me dí un golpe con el asa de la maleta y me puse el ojo morado. Sí, fui a la entrevista con el ojo a la virulé).

Cuando llegué al aeropuerto de Zúrich, tuve que coger un tren con destino a Baden donde me esperaba una persona de RRHH.

Juntas cogimos un autobús y nos dirigimos hacia lo que iba a ser mi nuevo piso por dos meses (tiempo que la empresa me daba para encontrar un piso).

Cuando llegamos a destino y nos bajamos el autobús (yo con dos maletas, bolso más una bolsa de supermercado – previa parada para comprar algo) y comenzamos a andar, vi que había un club y una pizzería justo al lado de mi futuro edificio. Hay que aclarar que era lo único que había.

Pensé que aunque estaba en la mitad de la nada no era tan malo: ¡una pizzería y un club! Eso tenía que animarse, por lo menos los fines de semana. Era miércoles y había bastantes coches… pues el fin de semana tendría que ser lo más.

Al día siguiente, jueves, salí del trabajo y fui a comprar algo más de comida. Para encontrar las dársenas en donde paraba el bus que yo tenía que coger, tardé casi hora y media en una mini-estación de autobuses. Viaje para arriba, viaje para abajo… cada vez que preguntaba a alguien, me hacían cruzar toda la estación de un extremo a otro.

Cuando me bajé del bus y fui caminando hacia el piso, escuché música en el “club” y parecía que estaba animado pues había luces rojas!!

El viernes decidí ir a ver qué había en el club sobre las 8 de la tarde, y tal y como me iba acercando (sin maletas, sin bolsas de supermercado… ni nada) me fui dando cuenta de que más bien era un “puticlub”. Tal y como lo vi… media vuelta y al pisito.

Ese fin de semana se me hizo bastante eterno: sin televisión, sin radio, sin móvil, sin nada que hacer ni ningún sitio a donde ir (algunos de vosotros ya conocéis mis problemas de orientación).

Por fin llegó el domingo… y sobre las 7 de la tarde, ya de noche, empecé a escuchar arcadas acompañadas de vómitos de una panda de borrachuzos.

Mi piso estaba en un primero… pero un primero que estaba al nivel del suelo por una de las partes porque había campo y estaba inclinado. Así que si alguien decidía pasear por allí… sus rodillas estaban al nivel de la ventada del dormitorio.

El lunes en cuanto llegué a la oficina, hablé con RRHH y pedí cambio.

A los dos días me dieron las llaves de otro piso que tenían en el centro de Baden, en la calle de las tiendas.

Como durante la semana buscaba piso, no tuve tiempo de ir y mirar el piso antes de llevar mis cosas. Así que el fin de semana, maletas en mano y vámonos al nuevo piso.

Una vez que abrí la puerta y lo vi, no me entusiasmó (era peor que el que tenía en un principio) pero por lo menos estaba en una “zona bien”. Entro, inspecciono y lo primero que me extrañó fue que la cama estaba a medio hacer y había unas cuantas sábanas arrugadas en un mueble. Fui al cuarto de baño y abrí los muebles. Encontré un par de zapatillas y un champú… Abrí la lavadora y había toallas dentro… Volví al dormitorio e inspeccioné las sábanas: ¡las olí! (¡¡¡arriesgándome a oler cualquier cosa!!!) y no olían muy bien. Retiré un poco el edredón que había y sí, había pelos!!!! Pelos!!!! Pensé que moría.

Fui a la cocina y había unas tazas y cubiertos apoyados en un trapo de cocina. El frigorífico tenía un zumo y unas cuantas cosas más… Las preguntas evidentemente era: “¿Vivía alguien allí?””Me había confundido de piso?”

Hice unas cuantas fotos corriendo y salí echando humo. Sólo pensar que llegara alguien y me viera allí, en su piso… y sin entender lo que me diría (y haría)… moría!

Lunes siguiente nuevamente en el despacho de RRHH… y el enfado iba en aumento. Así que rechacé hotel, rechacé el que me limpiaran ese piso y rechacé cualquier oferta que pudiera venir de ellos. Simplemente quería encontrar mi piso, así que iban a tener que esmerarse “muy mucho” para ayudarme a conseguirlo (la media es de 4 meses según me comentaba la gente) y tenía que ser en Zúrich (necesitaba gente, ruido, tiendas, restaurantes, pubs, polución!!).

Tuve suerte y en 3 semanas no conseguí un piso, ¡conseguí dos! Y ahora por fin, me he mudado.

El piso tiene 55 m^2. No es nada del otro mundo pero me encanta y va a quedar bonito. Ya tengo casi todo. Sólo me faltan detallitos. La zona es buena. No es el centro centro pero está a 7min de él en tranvía. Otra estación de tren la tengo a 4min andando.

Es la zona judía. Cada mañana cuando salgo al trabajo es como si me transportara a otra época, a algún tiempo y lugar que no corresponde al actual. Ver a los judíos con sus atuendos negros, a los hombres con sus dos tirabuzones a los lados, los sombreros de copa cuando los llevan (si no llevan el sombrero “tipo coronilla”), familias súper grandes repletas de hijos y aún así la mujer está de nuevo embarazada… es algo rarísssimo pero interesante.

Aparte de todas estas cosas, no podemos olvidar algún que otro acontecimiento fuera de lo “normal” (para mi) que ha tenido lugar:

1. Subirme en el coche con un completo desconocido (no sin antes ver que el hombre vestía bien, el olor dentro del coche era bueno y estaba limpio, y el coche por fuera estaba re-bien. ¿Por qué? Porque estuve casi 40 minutos esperando el autobús en la parada. La gente llegaba, algún que otro coche paraba, les decía algo y se iban… pero a mi no me decían nada… así que yo seguía sentada en mi banco. Hasta que un coche paró y me dijo que había un accidente y el bus no iba a pasar. Tras mi pregunta de: “¿Y cómo voy yo a trabajar?”, la respuesta de: “No lo sé… yo nunca paso por aquí. Me han desviado hoy por el accidente…”. Dije que iba a la estación de tren y se ofreció a acercarme. Todo salió bien.

2. Preguntar a una señora mayor que iba con el nieto cómo llegar a una calle para mirar un piso y la señora decirme que la siguiera… Por el camino se me ocurrió preguntarle si la zona era segura o había robos y cosas similares, la señora paró en seco, mano al bolso y mirarme con los ojos como platos…

3. Un gay argentino acompañarme a la misma puerta de otro piso y contarme por el camino que él conoce esa calle porque hay un bar en la esquina que se llama “Magnus” que es de gays y sado… que hay un cuarto oscuro a donde puedes ir si quieres coger cualquier enfermedad.

4. Sordomudo en una sala de espera para el tren tirarse un cuesco sonoro.

5. Un hombre parecido a Camilo Sesto que me empieza a cantar “Granadaaaaaa…” y luego a preguntar por mi vida sexual.

6. Ingeniero mecánico que trabaja en la misma empresa que yo pero en otro edificio hablarme en el tren de su estancia en Santiago de Chile… en español. Entre frase y frase un minuto de pausa mirándome fijamente y dándole espasmos.

7. “Felpudillos”, horteradas y malos olores a montón.

8. Subirme en primera clase en el tren porque al preguntarle a la supervisora si Baden era la primera parada ella entendió que preguntaba por la primera clase. No me pusieron multa… ¡menos mal!

9. Chocar contra una furgoneta cuando un compañero del trabajo decidió acompañarme a soltar unas cosas en casa.

10. Estar 3 horas lavando ropa “sin agua” porque la llave de paso estaba cerrada y yo ni coscarme.

11. Subirme en trenes y tranvías en dirección contraria a donde iba (e incluso a diferente destino).

12. Estar 6 días solamente con agua fría (y un frío de pelotillas en la calle) y que el de RRHH me diga que "tengo que adaptarme y ser creativa". ¿Perdona?¿Creativa cómo?

13. Tener una fiesta de navidad que empieza a las 4 de la tarde (directamente desde la oficina) donde la invitación dice “calzado deportivo y ropa abrigada”… y acabar de excursión campo a través (donde se supone que en verano hay miles de garrapatas) siguiendo pistas que gente disfrazada a lo Halloween iban dándonos hasta llegar a “algo” de madera (¿fábrica?) con buffet libre y póster de “mujeres a lo playboy” en las paredes… NO TIENE PRECIO.

2 comentarios:

  1. ajajajaj Grande!!!!! Parece todo muy divertido piii!!

    besitoss^^

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  2. Jajajaja... Súper divertido. Vente y "jugamos juntas".

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